Ultimamente vengo leyendo en varios sitios la idea del amor como obsesión, como una droga dura de la que, como ya hemos dicho en más de una ocasión, cuesta desengancharse; quizás soy yo la que se está obsesionando con esto en mi constante divagar acerca de nuestro querido blog, no sé, no sé, pero para más inri esta mañana he tenido el placer de escuchar una de las canciones del último de Carla Bruni: Tu es ma came. En la susodicha ella susurra cositas como : "Tu es ma came, plus mortelle que l'héroïne afghane, plus dangereux que la blanche colombienne. Tu es ma solution à mon doux problème" (Eres mi droga, más mortal que la heroína afgana, más peligrosa que la cocaína. Eres la solución a mi dulce problema) y qué quereis que os diga, me reafirmo en la idea que hace un par de días me inspiró leyendo el blog del perla del Turia: "la adicción es el grado superlativo del deseo".
Efectivamente, y como veis en el cartel que ilustra el post, otra vez me sale la Almodovariana que llevo dentro y me pregunto por la relación entre el deseo y la adicción. O el deseo llevado al límite. O dónde está el límite de ambos. Quedáis oficialmente invitados a compartir vuestras ideas, o como diría la Bruni, c'est à vous de parler
6 comentarios:
La adicción es el deseo sin límite. O mejor: la adicción es el círculo vicioso de un deseo, que se repite ilimitadamente.
Si contenemos el deseo, el tiempo nos estraga. Si lo satisfacemos sin límite, caemos en la adicción que, finalmente, es una obsesión que monopoliza todo nuestro querer y nos aliena por completa convirtiéndonos en otro.
Me viene al paso aquí la cita de The Picture of Dorian Gray:
"The only way to get rid of a temptation is to yield to it" ("La única forma de librarse de una tentación es caer en ella") (", que no deja de tener que ver con todo esto, ¿no?
Ahí es cuando entra en juego si uno tiene un carácter con tendencia a la adicción o no. Factores genéticos, educacionales y las vivencias de cada uno determinan si vamos a tener recursos para no convertir el deseo en adicción o si vamos a caer de cabeza y con los pies vueltos. Cuando el deseo se convierte en adicción se pasa a ser esclavo de lo deseado. El problema es que la línea de separación es tan delgada!
Sí. Y aquí es cuando entra en juego, también, lo comentado de la confianza. Y el gran problema: qué libertad real damos al otro/a. Planteas el carácter con tendencia a la adicción. Influye lo que dices a continuación de las vivencias, etc., claro. A veces hay que ser un cabezota -y sufrir mucho- para no caer en la adicción... El problema es que muchas personas tienen asumido un comportamiento que busca la adicción del otro... La manipulación en suma. Yo diría que hay dos tipos de personas: las que desean la libertad del otro y las que anteponen sus propios deseos y no entienden esa libertad (que si entiende para sí mismas). Una amiga, a la que invité a participar aquí...) me comentaba que lo que más engancha es la alternancia placer/dolor...
alejandro sabe de lo que habla! por cierto... tiene un blog muy cuqui, aunque sus posts son un pelín demasiado largos para la etapa visual en la que estoy inmerso...
En una de las entradas he leído que Perla del Turia plantea la posibilidad de la "Adicción a la novedad". Ese concepto me parece muy interesante en esta sociedad de consumo en la que vivimos hoy en día.
La adicción a la novedad está muy relacionada con todo esto pero también la constante presión por la perfección que se nos impone desde todos los frentes: tener amor, un trabajo estupendo, conciliar todos los aspectos de tu vida de una manera natural, sin hacer malabarismos ni volverte loco, un poco de imperfección, por favor! Uy, creo que me he ido del tema, antes de que me regañeis
Publicar un comentario