lunes, 3 de noviembre de 2008

¿Hombres y mujeres hablamos idiomas distintos?

A menudo se comenta el hecho de que hombres y mujeres usen estilos de comunicación diferentes. Esto es, que hombres y mujeres usan el lenguaje de manera distinta, y para cosas distintas. Si nos fijamos un poco, observamos ciertas diferencias de la comunicación femenina y masculina, que con frecuencia producen malestar y discusiones que a veces acaban en terapia... o en ruptura.
Muchas veces las parejas discuten por cuestiones que desde fuera parecen insignificantes y sin importancia, pero que desde dentro se contemplan de otra manera: tras la discusión desproporcionada acerca de qué programa de televisión ver esta noche, de qué hablamos, o qué comemos hoy, a veces se están cuestionando los sentimientos presentes en la misma relación.
Es interesante resaltar que en las terapias de pareja una queja muy común en las mujeres de parejas heterosexuales es que “él no habla”. Lo cierto es que parece que muchos hombres sufren un periodo de locuacidad transitoria durante los estadios iniciales de una relación y, después, cuando la relación se ha asentado, se muestran mucho más callados y reservados, y esto no complace muchas veces a su pareja, que se queja de su mutismo y reacciona a menudo con violencia, intentando llegar a su amado a base de interrogatorios dignos de la Inquisición. Veamos un lindo ejemplo:
ELLA: ¿Qué tal te ha ido el día?
ÉL: Bien, como siempre, ya sabes...
ELLA: No ha pasado nada nuevo, entonces?
ÉL: No, nada, todo igual, como siempre...
ELLA: Bueno, chico, si no quieres hablar pues no hables. Ya me callo (pura ilusión!!!). Pero no entiendo que llegues a casa y te sientes hecho un pasmarote, deberíamos comunicarnos un poco más; mejor dicho, TÚ deberías comunicarte un poco más conmigo. ¿Te ha pasado algo? ¿Te encuentras bien? ¿ Te han echado la bronca? ¿Estás preocupado por algo? ¿Se ha muerto el loro del jefe? ¿Ha subido el IPC? ¿ ME ESTÁS ESCUCHANDOOOOOO?, Oiga, ¿hay alguien ahí?
RESULTADO: El macho dominante está en esta fase completamente bloquedado y ahora sí que es incapaz de decir ni una sola palabra, con el consiguiente cabreo desproporcionado de su amada.
Según el psicólogo José Antonio Marina, una mujer no debería preguntarse: “Pepe, ¿me amará siempre?”, sino más bien: “Pepe, ¿me hablará siempre?”, porque lo que después se manifiesta como una queja frecuente de muchas mujeres no es que el no la ame, sino que no le habla. Como véis, mujeres y hombres entienden el lenguaje y hacen uso del mismo de modos totalmente distintos: las mujeres solemos reafirmarnos por medio de la palabra mientras que a los hombres el uso excesivo de ésta a menudo les parece un abuso, algo carísimo y muy escaso que no se debe desperdiciar. Se abre la veda: opiniones, anécdotas, comentarios....
Besos

10 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Alguien tenía que poner algo, no? Venga va:

Realmente, los "estilos", son distintos.
Dejando aparte aspectos "genéticos" -con muchas comillas-, más o menos relacionados con la naturaleza de cada sexo, pienso que hay un factor cultural importante. En mis tiempos -allá por el siglo XX-, quejarse, hablar sobre debilidades propias, mostrar alguna debilidad, era vergonzoso... Quiero decir que la tan cacareada enseñanza machista ha hecho mucho daño a los hombres..., y es que cuando la "pedagogía" es ejercida por memos, los resultados son malos para propios y propias... (y todos y todas tienen la culpa...)

Esto significa que un hombre, y hablo por mí, tiene verdaderas dificultades para hablar de algo de lo que aún no halló una respuesta -buena o mala, pero una respuesta, al menos-. En esa fase dificultosa, de dudas internas, el silencio es una necesidad, una necesidad para elaborar mecanismos internos... Diréis que es una tara... Seguramente. Uno recibió lo que recibió, y se educó como se educó ( y tiene el carácter que tiene). La mujer no sólo no tiene problema en expresar sus miedos, sus dudas -siempre que piense en casarse..., je-, sus dificultades en mostrar una debilidad, sino que es lo que se espera que haga. Un hombre, siguiendo ese funesto patrón educativo-social, tiene que sostener su vela en su sitio; hagan ustedes las asociaciones que quieran, y tendrán el origen de muchos traumas masculinos..., je.

betty boop dijo...

Hola anónimo, totalmente de acuerdo en todo. A las mujeres se nos permite quejarnos, ser débiles pero depende dónde, en el trabajo puede resultar que a veces se nos pide lo contrario. Agradezco tu sinceridad a la hora de hablar de las dificultades que tenéis los hombres en torno a la comunicación comprendo el hecho y de verdad comprendo que sea una necesidad y no una tara.

Anónimo dijo...

Pues en este caso creo que soy la excepción que confirma la regla, o más bien un bicho raro porque tiendo indefectiblemente al silencio o a la economía de palabras, y mi macho dominante no calla ni debajo del agua... Lo cual hace que nuestras conversaciones muchas veces deriven en monólogos que él protagoniza, mientras yo desconecto.

Autógeno dijo...

Cuando por el uso mutuo (que no abuso, aunque cabe tal posibilidad) dos personas se interpenetran hasta alcanzar un grado óptimo de complicidad, y cuando esta forma de conocimiento viene destilada por una relación amorosa (independientemente de si la relación es de tipo hetero u homo), las palabras son, a lo sumo, un complemento, pues la comunicación fluye sin necesidad de perorar; es más, en tales situaciones, más allá de su valor instrumental, las palabras tienden a ser un preámbulo... o un simple estorbo.

Creo que el lenguaje (sobre todo el escrito, pero también el oral) ha sido históricamente un atributo masculino de poder sobre el medio y que, por el contrario, el sexo fuerte (es decir, las hembras) disponían de habilidades alternativas para repeler ese dominio o desarrollarlo por otros derroteros. Bien es verdad que los hombres por inercia cultural han considerado una muestra de debilidad el hecho de exponer a la mirada ajena su fuero interno, mientras que las mujeres, quizá por la necesidad de tejer vínculos de solidaridad entre ellas bajo condiciones de opresión, han encontrado un campo expedito en este sentido.

Según mi experiencia, el verbo es una herramienta de conquista, pues la belleza siempre lo es. Por eso, siguiendo a Marina, cuando la parte femenina de la pareja no encuentra la debida correspondencia verbal sospecha con razón que esa conquista se ha dejado de ejercer. Bonitos tiempos aquellos en que los chicos escribíamos cartas de amor a a la mujer amada; bonitos tiempos a pesar de que al final hiciéramos pasto de vergüenza con lo confesado.

betty boop dijo...

Según esto, el que tiene el poder tiene la palabra también y a lo mejor por eso algunas mujeres nos ponemos nerviosas ante la falta de estímulos verbales. Claro que la comunicación es mucho más que palabras: una mirada, un gesto, incluso la falta de comunicación comunica algo.
Autógeno, bienvenido al blog.
Anónimo, tienes razón en que esto no es característico de sexos, o al menos no siempre, viva la variedad otra vez!

Intensa Forever dijo...

Bueno bueno... me paso 24 horas reponiéndome del dentista y aquí tenemos un tema muy jugoso, como todo lo que se debate en A.A.
Por partes:
1. Querido Autógeno, un placer tenerte por aquí.
2. "Sabes que has conocido a alguien especial cuando puedes compartir el silencio con él" Esta frase es parte del guión de Pulp Fiction y me pareció maravillosa. Cuando dos personas se quieren, cuando se da esa conexión mágica, hablan el mismo idioma incluso sin abrir la boca. Ahí estoy con Autógeno. A veces sobran las palabras.
3. Supongo que tanto hombres y mujeres sacamos todo nuestro arsenal de seducción en los momentos críticos del cortejo y después nos relajamos. Al principio, cuando todo es misterioso y emocionante no podemos para de hablar, de preguntar, de relatar y de escuchar. Después llega la rutina, se baja la guardia y el hombre habla menos, porque ya no tiene que conquistar y la mujer habla más por lo mismo. Eso y que muchas mujeres piensan que pareja=psicólogo 24 horas. Y como hoy va de cine ahí va otra cita de "Eternal Sunshine Of The Spotless Mind"
- Clementine: No me cuentas nada Joel. Yo soy un libro abierto. Te lo cuento todo, cada puñetera y vergonzosa cosa. No confias en mi.
- Joel: Hablar sin cesar no significa comunicarse.
- Clementine: Yo no hago eso. Quiero conocerte. ¡No hablo sin cesar! Joder!las personas deben compartir cosas, eso es tener intimidad. Me cabrea mucho que hayas dicho eso de mi
- Joel: Lo siento, solo que mi vida no es muy interesante.
- Clementine: Quiero leer los diarios en los que siempre garabateas. ¿Que escribes en ellos si no tienes ideas ni pasiones ni amor?
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¿Si hablamos el mismo idioma hombres y mujeres? Habiendo voluntad podemos entendernos con un cantonés pero cuando no la hay... no hay manera.
Ah... l'amour... El frío ya está aquí y yo sin nadie que me caliente los piés (ni la cabeza)

Sensaciones dijo...

No estaría mal, a modo de "encuesta" que cada cual dijera aquí qué le ha afectado más negativamente en una relación:

1. ¿Esas palabras "de más"?

2. ¿Esa ausencia de palabras?

Lo digo porque a mí tal vez sean "palabras de más" las que me han alejado... Suscribo, claro está, que no sólo está el leguaje verbal... Por tanto, mi opción es la 1ª y, por supuesto -la considero similar-, la incoherencia de lo que se dice con palabras y lo que se expresa con lenguaje corporal, etc.

El comentario de Intensa sobre hacer del otro psicólogo, me toca por tri-pitado... Y eso que soy de los que pienso que un buen "otro" haría innecesario el mejor psicólogo..., pero en cualquier caso, cada cual tiene que sopesar su cabeza...

Y no me enrollo más, que el debate lo inicié yo: ¡apalancáos!, que sois unos apalancáos.

betty boop dijo...

Uy, siento el retraso, amorosos, es que ultimamente ando como loca en el trabajo. Intensa, me alegro de que te haya gustado el post. Vamos por partes:
1. La frase de Pulp Fcition es perfecta: cuando hay buena comunicación no hacen falta las palabras y se sabe que has encontrado a alguien con quien puedes funcionar (yo no hablaría aquí de perfección porque no creo en que haya "alguien perfecto para tí" ni en medias naranjas simplemente hay gente con la que tienes química y a la que además amas y gente con la que no)cuando el silencio no te incomoda. Por supuesto, durante cortejo's time tendemos a mostrar nuestras mejores galas en todos los sentidos y eso hace que puedan surgir algunos problemas que más que de comunicación, son e "adecuación" al otro.
2. Sensaciones, a mi desde luego me ha influído más negativamente la ausencia de palabras pero es que yo tiendo a marear un poco a la gente con mi verborrea y entiendo que eso a veces apabulla así igual no soy la mejor para una estadística

Anónimo dijo...

Con algo de retraso, me uno al debate. Que la comunicación es vital, lo tenemos clarísimo todos y es que hace falta abrirse de vez en cuando a lo Clementine, siguiendo tu ejemplo, Intensa. Lo peor que puede pasar hablando es que la pareja se dé cuenta de las incompatibilidades que tiene y si eso ha de ocurrir, cuanto antes mejor. Dicho esto, suscribo radicalmente la frase de Pulp Fiction, que marca el nivel ideal de confianza, no sólo con parejas, si no con amigos y hasta conocidos.

Como decía Autógeno, las mujeres se han acostumbrado a pensar en su fuero interno (y a expresarlo) mientras pasaban los siglos aguardando en casa la llegada del macho dominante, de modo que a la hora de analizar sus sentimientos, llevan siglos introspectivos de ventaja. Yo creo que si el macho deja de hablar, no es tanto por dejadez, como por incapacidad para verbalizar los problemas que le pasa por la cabeza, sin ofender y sin acritud. Quizás sean los machos que yo me he encontrado (probablemente), pero en cualquier caso es gloria bendita cuando te encuentras con alguien que más allá de sus reticencias está dispuesto a no tirar la toalla comunicativa.

A todo esto, está claro que lenguajes hay varios y están todos interconectados. Para esto, el sexo suele ser totalmente revelador y es como el subtítulo que traduce lo que está pasando en una relación. Largo tema este... Lo dejaremos aquí!

Besos

Intensa Forever dijo...

Perla, acabas de dejarme K.O. con tu último párrafo. Una vez más, AMEN hermana.