miércoles, 7 de enero de 2009

Miedo al amor


Buenos días queridos amorosos,
Finalmente, reflexionemos entre todos acerca de un tema que seguro que más de uno ha vivido por activa o por pasiva: El miedo al amor. 
Como siempre vamos al punto de partida de que El amor no duele. Pero claro, una cosa es el amor y otra muy distinta es el enamoramiento, y eso ya es otro cantar. 
Podría decirse que en realidad una de las causas del miedo al amor es mantenerse alejado del enamoramiento, ese periodo de tiempo en el que perdemos parte de nuestra identidad y en el que nuestro ser amado pasa a ser más importante que nosotros mismos. Cuando estamos a su lado, el cerebro segrega un cocktail embriagador de lo más adictivo y cuando estamos lejos de él sentimos un mono insoportable. Este es solo uno de los muchos daños colaterales que produce el enamoramiento y que hace que ciertas personas huyan del amor como si del coco se tratara.
Después está el miedo a la ruptura. Cuando uno ya lleva unos añitos de experiencia a sus espaldas sabe que es muy probable que la relación de pareja lo sea por un tiempo limitado. El que más y el que menos ya ha vivido una separación en toda regla, con el trastorno que ello supone y no está dispuesto a volver a pasar por ello a la primera de cambio. Por eso preferimos dar la espalda al amor y quedarnos en la seguridad de nuestra independencia. Vale que nadie te da mimitos, pero también te evitas un montón de problemas y tu felicidad solo depende de ti y no de ti y tu pareja.
Y luego están los eternos Peter Panes, que rechazan el amor, o la estabilidad amorosa, porque lo ven como sinónimo de "sentar la cabeza" o lo que es lo mismo, dejar de vivir aventuras amatorias emocionantes y empezar a envejecer. Seguro que algún Peter Pan de estos ya se ha cruzado en vuestras vidas. De estos últimos en particular mejor mantenerse alejados, de ellos y de su síndrome del perro del hortelano que suele ir muy unido al peterpanismo.
Pues estas son, a bote pronto, las causas que se me antojan más frecuentes de que ciertas personas prefieran mantenerse a cobijo de las tormentas de amor, o de las relaciones de larga distancia.
A partir de ahí y como siempre, pasen y opinen.

6 comentarios:

Sensaciones dijo...

Pues vaya con la distinción entre el amor y el enamoramiento. Realmente, el segundo es un estado estupefaciente. A ver si por eso vas a dar en la diana sobre mi miedo al amor. ¿Entonces lo que tengo es miedo al enamoramiento?

Tengo que admitir que siempre he tenida cierta tendencia al enamoramiento. En rigor, desde que ya pasé estapas adolescentes, este temor no debería de existir. Pero tengo que reconocer que si no me creo muchas defensas, bien parapetado tras la racionalidad, puedo caer de nuevo. ¿Cómo evitarlo? Uno puede pensar que es cuestión de madurar. Pero, qué es madurar. ¿Yo aquí y tu ahí?
Una vez leí un libro de psicología del amor (de la biblioteca pública). No recuerdo al autor, pero creo que era Jürg Willi (usaba del concepto de colusión), y comenzaba con unos estudios estadísticos: el que hubiera habido enamoramiento influía positivamente en que la relación, al cabo del tiempo, fuera mejor (menos mal). Era una estadística de la que no daba demasiados datos, y ya se puede imaginar lo complicado que resulta una investigación así, con tanta subjetividad de por medio. Sin embargo, a mí me parece que las relaciones que se establecieron de una forma más "fría", ¡tal vez con amor!, no sé (yo siempre lo dudé, pienso en casos concretos, pero a lo mejor mi punto de vista está distorsionado).

Pero si buscamos el amor sin enamoramiento, entonces podemos convertir el amor en algo puramente "racional"... O es que hay que debatirse entre la inestabilidad de los enamoramientos, y la mayor estabilidad de los amores.

No sé, esto es muy complicado. ¿Se puede conjugar la razón con el enamoramiento? Debería, ¿no? O estamos condenados a hacer olas, sube y baja, sube y baja...

Tal vez el problema está en la asimetría del enamoramiento, que termina creando círculos viciosos de manipulación... Quizá ese es el problema, es decir, un enamoramiento de dos personas centradas, "maduras", podría ser bueno y dar paso al amor. Dos personas que tiendan a la madurez, a la no dependencia, a la expansión del otro. Pero, ¿se puede dar esto en ambas direcciones?, sin miedos a la pérdida (celos), sin cadenas...

¡Socorro!...

Intensa Forever dijo...

Ay Sensaciones... cuando se descubra y patente un punto de equilibrio entre enamoramiento y razón me apunto en la lista de espera. Pero es que por otro lado empezar una relación en la que no haya un poquito de esos ingredientes (enamoramiento, mariposas, tontería...), acaba aburriendo, sobre todo si eres adicto a las emociones fuertes. Y es que si quieres disfrutar una buena borrachera no te queda otra que pasar después la resaca pero ¿que sería de una vida sin borracheras? qué coñazo ¿no?
Yo desde luego me lanzaré a la piscina todas las veces que haga falta. Si algo bueno tiene cumplir años, es que después de los 30 las heridas de guerra curan rapidísmo.

Sensaciones dijo...

Pa mí que las relaciones más duraderas se establecen entre un "colgado" y un "cabeza fría", con lo cual tenemos enamoramiento de un lado -en el ejemplo él-, y no enamorada del otro lado -que no significa que no "lo quiera". Entonces, claro, ella, racionalmente -eso que se decía antes tanto de "un buen partido"- controlaba la situación, y él, embobado traga con todo... Luego con el tiempo las cosas se pueden complicar, claro. Pero si ella anda fina: la pareja dura...

Bueno, no es un panorama demasiado romántico, ¿no? Desde luego, no es lo que yo entiendo por amor..., pero...

Era por terminar el final del tercer párrafo, que interrumpí lo que decía sobre relaciones que a mí me parecían más "frías".

También late aquí qué entendemos por una relación buena. En el caso, lo hago casi sinónimo de duradera, lo cual es mucho decir, claro.

PD: no subestimes los efectos de un desenlace tras los treinta años, Intensa... La experiencia muestra que los conflictos más fuertes se dan en esa decena de los 30 a los cuarenta y algo. Así que todo el equipaje reflexivo que llevas, utilízalo. Con esos salvavidas, puede uno tirarse a la piscina, pero cuidado no caigas al océano, ;).

Intensa Forever dijo...

Uf Sensa, pero lo de Colgado/Cabeza fría es difícil de sostener. Normalmente Colgado se desdespera cuando ve que Cabezafría no le necesita con la misma necesidad imperiosa que él a Cabezafría. Por otra parte Cabezafría se agobia porque no puede atender las constantes peticiones de atención de Colgado. Mira lo que te digo. Yo creo que lo que mejor funciona es Colgado + Colgado o Cabezafría + Cabezafría, si no la cosa se pone de lo más difícil...

Intensa Forever dijo...

Por cierto, los Cabezafría hasta el tuétano son un coñazo

Sensaciones dijo...

Je, ¡vaya cómo te han quedado los comentarios!... Parecen nombres de indios norteamericanos...

Puede que tengas razón y sea mejor la equivalencia, más o menos "fría" o "caliente". Me vienen pensamientos distintos a la vista de tal o cual pareja, relación. Pero creo que las cosas deberían de ir por una nivelación. Al menos lo que yo entiendo por una "buena" relación. Por poner un ejemplo desequilibrado, diría que una pareja entre una masoquista y un sádico sería, tal vez "estable" -ambos se necesitan-, pero no sería para mí buena. Digo esto porque mi visión "equilibrada" no les valdría a ellos...

Entonces seguimos con un ideal de amor. ¿Es un ideal? Ummm...

En estado de enamoramiento no se puede valorar, justamente cuando más "claro" se tiene todo.

Casi que apuesto por un "calor en madurez". Una madurez caliente -qué bien me suena esto,je-. Madurez caliente..., ummm, me gusta.