lunes, 19 de enero de 2009

Clásicos a examen: La Sirenita


Queridos amorosos,
Buscando como siempre la fuente de tantos automatismos que llevan a féminas de todas las edades a la perdición, me estoy dedicando a revisar los clásicos que nuestras madres o nosotras mismas nos hemos metido por vía intravenosa. Historias de amor que hemos asimilado como reales y que no son más que cuentos sin pies ni cabeza. Que suerte tuvieron los chicos, que no tuvieron que crecer escuchando cuentos de hadas. Quizás esa pelota que patalearon hasta la extenuación, les han librado de algunas falsas creencias que nosotras llevamos de serie. 
Anoche fué "La Sirenita", de Walt Disney. La fundación Disney debería dedicar parte de sus ingresos a pagarnos el psicoanalista, porque películas como "La Sirenita", nos han hecho levantar nuestras aletas del suelo. 
En la película una adolescente rebelde con conchas en las tetas se enamora perdidamente de un humano. Su cuelgue es tal que pacta con la bruja de los mares para convertirse en humana y ver si por esas se liga al príncipe. De hecho desde el preciso instante en que la prota se enamora del príncipe, se obsesiona con él hasta el punto de darle la espalda a sus seres queridos y pasarse las leyes de su padre, el rey Tritón, por la mismísima aleta. Los amigos de la sirena rebelde saben que lo que está haciendo es una locura pero aún así la apoyan a seguir adelante ya que saben que si Ariel (que la chica tiene nombre de deterjente) no se liga al príncipe, a esa persona con la que no ha cruzado una sola palabra, "será una pobre desgraciada el resto de su vida". Después de varias peripecias Ariel se liga al príncipe, se casan justo después de darse el primer beso y se supone que siguen juntos forever and ever.
Pues bien, mantengamos a nuestros pequeños a salvo de semejante terrorismo emocional. Ya es hora de desechar de una vez por todas el concepto de "Una persona que es nuestra única oportunidad para ser feliz". Señores de Disney, revisen esos clásicos, por el amor de Dios!

miércoles, 14 de enero de 2009

Esclava del facebook


Buenos días amorosos. Nuestra amiga Juliana está pasando un momento delicado. Le he pedido que transforme los pensamientos que torturan su mente en un artículo para compartir y debatir con los amorosos. Ahí va, con mucho cariño y mucha gracia. No os perdáis la letra del vídeo porque es demasiado

Texto y selección del vídeo ilustrativo: La Juliana

En el Averno han decidido que estar pendiente del teléfono, que es la manera tradicional de sufrir los comienzos de una relación, no es suficiente martirio.
Quiero aprovechar este espacio que me brindan Intensa y Betty para avisaros de los peligros de Facebook, una red social creada por Satán en la cual estoy viviendo una no-historia de amor que me tiene cada cinco minitos dándole al F5.

Vamos a ver… antes, cuando conocías a un posible macho dominante, os intercambiábais los números de teléfono y con eso estábais en contacto, pero, si por cualquier circunstancia durante un día el objeto de tu afecto no te llamaba ni te respondía a tus sms, podías fantasear con el hecho de que se había dado un golpe en la cabeza y estaba con amnesia en el hospital. No tenías manera de saber dónde se encontraba y qué estaba haciendo.

Sin embargo, gracias a Facebook puedes espiar a tu persona favorita casi en tiempo real y enterarte de sus movimientos, sus planes y los diálogos absurdos que mantiene con otras personas que hay en su red. Y no veas lo que mosquea… Estás esperando a que tu amorcito te mande un buenos días o la proposición de una cita y en lugar de eso te encuentras con que se ha hecho fan de Drácula (el polo de Frigo), y que tiene planeado asistir al concierto de Nena Daconte y a ti no te ha propuesto acompañarle… O peor aún, cuando ves que piropea sin ningún rubor a unas desconocidas!!!

Por todo esto considero que una pareja en proceso de consolidación debería mantenerse alejada de la computadora. Si a la ansiedad que produce la ausencia de noticias del ser querido le sumamos la posibilidad de asomarnos a si vida sin que él sea consciente (o quizás sí lo es, y llena su facebook de acciones para alimentar nuestro desasosiego), obtenemos un comportamiento que roza la psicopatía.

Apaga el ordenador, coge un libro, y lee.


miércoles, 7 de enero de 2009

Miedo al amor


Buenos días queridos amorosos,
Finalmente, reflexionemos entre todos acerca de un tema que seguro que más de uno ha vivido por activa o por pasiva: El miedo al amor. 
Como siempre vamos al punto de partida de que El amor no duele. Pero claro, una cosa es el amor y otra muy distinta es el enamoramiento, y eso ya es otro cantar. 
Podría decirse que en realidad una de las causas del miedo al amor es mantenerse alejado del enamoramiento, ese periodo de tiempo en el que perdemos parte de nuestra identidad y en el que nuestro ser amado pasa a ser más importante que nosotros mismos. Cuando estamos a su lado, el cerebro segrega un cocktail embriagador de lo más adictivo y cuando estamos lejos de él sentimos un mono insoportable. Este es solo uno de los muchos daños colaterales que produce el enamoramiento y que hace que ciertas personas huyan del amor como si del coco se tratara.
Después está el miedo a la ruptura. Cuando uno ya lleva unos añitos de experiencia a sus espaldas sabe que es muy probable que la relación de pareja lo sea por un tiempo limitado. El que más y el que menos ya ha vivido una separación en toda regla, con el trastorno que ello supone y no está dispuesto a volver a pasar por ello a la primera de cambio. Por eso preferimos dar la espalda al amor y quedarnos en la seguridad de nuestra independencia. Vale que nadie te da mimitos, pero también te evitas un montón de problemas y tu felicidad solo depende de ti y no de ti y tu pareja.
Y luego están los eternos Peter Panes, que rechazan el amor, o la estabilidad amorosa, porque lo ven como sinónimo de "sentar la cabeza" o lo que es lo mismo, dejar de vivir aventuras amatorias emocionantes y empezar a envejecer. Seguro que algún Peter Pan de estos ya se ha cruzado en vuestras vidas. De estos últimos en particular mejor mantenerse alejados, de ellos y de su síndrome del perro del hortelano que suele ir muy unido al peterpanismo.
Pues estas son, a bote pronto, las causas que se me antojan más frecuentes de que ciertas personas prefieran mantenerse a cobijo de las tormentas de amor, o de las relaciones de larga distancia.
A partir de ahí y como siempre, pasen y opinen.

lunes, 5 de enero de 2009

¿Por qué nos pone tanto que no nos hagan (demasiado) caso?

Feliz año, amorosos,
Este principio de año está siendo de lo más prolífico en lo que a reflexiones acerca del amor y sus sucedáneos se refiere. He empezado el año reuniéndome con mi querida Betty, apuesta segura en lo que a conversaciones con chicha se refiere.
Uno de los temas interesantes que salió de dicha reunión fué ¿Por qué nos gusta tanto que no nos hagan caso?. Que nos gusta chicas, reconozcámoslo. Claro, estoy segura que para gustos los colores y que algunos de vosotros no comulgáis para nada con ese concepto, pero por regla general y por una oscura razón, solemos sentirnos atraídos por personas que no demuestran tener demasiado interés hacia nosotros. De ahí que muchas veces cuando nos gusta alguien, tendamos a nuestra vez, a no mostrar demasiado interés (y a veces cuesta ¿eh?). De ahí también que el mismísimo Onasis hiciera los tratos con sus gafas de sol puestas, para que sus pupilas no delataran su preferencia por una u otra cosa y el negocio se le fuera al traste.
¿Y eso por qué será? ¿Valoramos más lo que nos cuesta más trabajo o nos supone un reto? ¿Lo fácil no nos resulta interesante?. ¿Tendrá algo que ver con esa famosa frase de W. Allen que dice algo así como "No aceptaría entrar a un club que admitiera a alguien como yo como socio"? ¿Tendrá algo que ver con el interesante tema que apuntaba sensa del Miedo al amor?. ¿Tenemos que pasarnos la vida entera sin mostrar excesivo interés hacia nuestra pareja? ¿Es patológico el interés que roza la adulación?
Eso sí, amiguitos, tampoco nos pasemos. Que una cosa es el juego de la seducción y tardar 5 horas en lugar de 5 minutos en contestar un sms y otra es no llegar a contestarlo ¿eh?
Ese es otro tema a desarrollar. En relaciones amorosas recientes ¿cuál es el ritmo óptimo de comunicación en la distancia?. ¿1 sms/dia, sms + llamadita cada dos días, una llamadita a la semana? ¿Alguien tiene la fórmula secreta?